Ambas cosas se aprenden a
lo largo de la vida y sobre todo en la infancia y en la adolescencia. Si estos
aprendizajes no son los que necesitamos, arrastramos problemas o malestar desde
la infancia, que de alguna forma se empiezan a hacer más latentes en nuestra
adolescencia, pero que sobre todo nos generan un gran sufrimiento en nuestra
vida adulta ya que de ambos depende nuestra autoconfianza. ¿Cómo confiar en uno
mismo si no te gustas o si no te ves capaz? No se puede.
Cuanto peor es nuestra autoestima, menos satisfacción alcanzamos en nuestro día a día, porque no luchamos por lo que realmente queremos, sino que nos conformamos con aquello que creemos que podemos conseguir que suele ser muy poco. O nos dejamos llevar por la corriente y tomamos nuestras decisiones como las tomaría la mayoría. O lo que es peor, hacemos o dejamos de hacer las cosas para intentar agradar o no defraudar a los demás o incluso a uno mismo. Esto es: el famoso "que van a pensar..." o "pareceré tont@ ¿Lo reconoces, verdad?
Cuanto peor es nuestra autoestima, menos satisfacción alcanzamos en nuestro día a día, porque no luchamos por lo que realmente queremos, sino que nos conformamos con aquello que creemos que podemos conseguir que suele ser muy poco. O nos dejamos llevar por la corriente y tomamos nuestras decisiones como las tomaría la mayoría. O lo que es peor, hacemos o dejamos de hacer las cosas para intentar agradar o no defraudar a los demás o incluso a uno mismo. Esto es: el famoso "que van a pensar..." o "pareceré tont@ ¿Lo reconoces, verdad?
Todo esto suele ocurrir
cuando no nos han enseñado a leer, entender
o al menos respetar nuestras emociones. O cuando hemos tenido modelos educativos
demasiado críticos, autoritarios, permisivos o sobreprotectores, que viene a
ser lo mismo.
Por debajo de nuestras
emociones están nuestras verdaderas necesidades, y cuando no las conocemos, no
somos capaces de construir una imagen positiva y fuerte de nosotros mismos,
aceptando nuestros defectos y nuestros errores como algo natural y necesario
para el aprendizaje y el crecimiento personal.
Para merecer nuestro
amor, nuestro respeto y el de los demás y empoderarnos en la persona que somos,
perdonando nuestros errores sin poner en causa nuestra valía personal, no
tenemos que ser perfectos.
Espero que esto te ayude a comprenderte mejor a ti mismo, tus motivaciones y tus dificultades. Eso es esencial a la hora de enfrentar los desafíos cotidianos y las relaciones que estableces con los demás.
María Blanco
Coordinadora y Terapeuta
de Adultos